Mi deseo cercenado y castigado
desde que busqué ansiosa en el pecho de una madre rota.
Liberar su fluido exclusivo,
succionando.
Fue ese mi comienzo sumiso
que anidó en mi cuerpo la falta.
Y si me preguntas
aún siento convertir mi anhelo en llanto
en una súplica forzosa
y negada.
Creyendo abismal nuestras distancias
agotaré mis quejidos,
y tal como una cría ya cansada
aprenderé a guardar silencio.